sábado, 23 de junio de 2007

Sistema electoral cubano

Luego de haber tenido que soportar un montón de mentiras infundadas en las últimas semanas y en ámbitos más preocupantes que en los que se escuchan de costumbre me he visto en la necesidad de subir un poco de información al respecto que le puede ser muy útil a cualquiera pero especialmente a quien va a viajar para que vaya sabiendo a donde va y no crea que va a esa isla llena de comunistas dictadores, un abrazo para todos
La democracia en Cuba

Por Teresita JorgeAIN
Agosto, 2004




Una auténtica vía de participación popular constituyen los comicios en Cuba, los que transparentes, ajenos a la politiquería, el fraude y la compraventa de votos se llevan a cabo en la Isla para elegir desde la base a los representantes del gobierno a todas las instancias.
Las elecciones en la nación antillana, bien sean locales, con vistas a elegir a los delegados municipales (concejales), o generales, para delegados provinciales y diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) son convocadas por el Consejo de Estado con no menos de 120 días de antelación a la fecha de su celebración, según lo previsto por la ley.
Una exitosa experiencia llevada a cabo 30 años atrás en Matanzas dio luz verde a la implantación en todo el país de los Órganos del Poder Popular, instituciones representativas estatales genuinamente democráticas que garantizan al pueblo el ejercicio del gobierno, de forma institucional, regular, real y sistemática.
Un rasgo que distingue el sistema electoral cubano es la nominación de candidatos, formulada a título individual y no en nombre del Partido Comunista ni de ninguna organización política, de masas o social y que se lleva a cabo a mano alzada en la reuniones de los electores residentes en las distintas áreas poblacionales o barrios.
En estas asambleas los vecinos proponen libremente los candidatos a delegados (concejales), teniendo en cuenta méritos ciudadanos y capacidad para desempeñar las funciones de gobierno.
Los nominados pueden ser hasta ocho y no menos de dos por circunscripción y entre ellos los ciudadanos elegirán por voto libre, voluntario, secreto y directo al delegado de su barrio, que a su vez integrará la respectiva Asamblea Municipal.
Precisamente es la plena participación de los vecinos en las asambleas de zona donde reside la garantía del correcto funcionamiento del sistema electoral cubano, rasgo esencial de la democracia en el país caribeño, sustentada en el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como postulaban el Héroe Nacional Cubano José Martí y el presidente estadounidense Abraham Lincoln.
En Cuba el sufragio no es obligatorio y sí un derecho de todos los ciudadanos capacitados judicialmente, quienes al acudir a las urnas únicamente deberán presentar su carné de identificación.
De acuerdo con la ley solo se encuentran excluidos los incapacitados mentales e inhabilitados judicialmente por causa de delito, recluidos en centros penitenciarios o en prisión domiciliaria.
Entre otros aspectos de significación para los observadores foráneos está el derecho al voto de los jóvenes con 16 años de edad y el de elegir y ser elegido que también poseen los miembros de los institutos armados, hecho este último inédito en América Latina, con excepción de Venezuela en el 2004.
La ausencia de efectivos militares patrullando las calles durante los comicios llama la atención de parlamentarios y personalidades de otras partes del mundo invitados por las autoridades locales a presenciar los sufragios. Tampoco existen militares en los colegios electorales porque las urnas son custodiadas por escolares.
A partir de la convocatoria a elecciones se crean en las instancias nacional, provincial, municipal o de circunscripción, las comisiones electorales integradas por ciudadanos de trayectoria laboral sobresaliente.
El derecho al voto sólo es requisito para ser miembro de una comisión electoral, que tendrá como funciones determinar las zonas electorales, dirigir la nominación y elección de los candidatos, crear las condiciones materiales para los comicios y organizar la constitución de las asambleas y sus órganos ejecutivos.
La votación es libre, secreta y directa y el escrutinio se realiza ante la vista de los electores de la circunscripción y de cuantos diplomáticos y observadores extranjeros lo deseen. Para ser elegido resulta necesario alcanzar más del 50 por ciento de los votos.
El sistema electoral cubano actual contrasta con los anteriores al primero de enero de 1959, etapa en que acorde con testimonios de la época, graves dificultades provocaba la no utilización de la denominada cédula electoral.
Los politiqueros de entonces lograban incluso el "milagro" de hacer votar a los fallecidos o que un elector "votara" más de una vez.
Las personas de más edad recuerdan los sucios manejos que se llevaban a cabo con las cédulas, en las que podía leerse: El voto es obligatorio para todos los electores.
El elector que no votara podía ser sancionado con multas de una a tres cuotas, e inclusive quedar incapacitado para ocupar magistraturas o cargos públicos.
Las normas de carácter ético que rigen el proceso electoral actual prohíben las campañas con el propósito de inducir a los votantes a depositar su voto a favor de determinado candidato o a dañar el prestigio de los postulados.
Los delegados, que forman las asambleas municipales del Poder Popular rinden cuenta anualmente a sus electores y pueden ser revocados por estos.
Los representantes electos a todos los niveles no reciben remuneración alguna por esa labor.
El más reciente proceso electoral para elegir a los delegados municipales, provinciales y diputados al Parlamento concluyó el 19 de enero del 2003, con una asistencia a las urnas del 95.75 por ciento del electorado para elegir a los primeros y el 97.61 por ciento a los segundos.
Estas cifras de votantes contrastan con la situación prevaleciente antes de 1959. En 1944 Ramón Grau San Martín alcanzó la primera magistratura con solo el 44.71 por ciento, y en 1954, Fulgencio Batista con el 45.61 por ciento, a pesar de los fraudes realizados.
Igualmente contrasta con el elevado ausentismo imperante en algunas elecciones del llamado Primer Mundo, como en Estados Unidos, donde para elegir a George W. Bush como presidente, el cinco de noviembre del 2000 acudió a las urnas solamente el 37 por ciento de los posibles votantes, una de las más bajas de los últimos años./

1 comentario:

Despierta el Sur dijo...

Muy bueno este tema.
Saludos y gracias por haber firmado!